Aunque me vaya a ganar el desprecio de aquellos de vosotros con alma ecologista, quiero dedicarle unas palabras a la bolsa de plástico.
Oh, bolsa de plástico. Tus orígenes vienen del deshecho del crudo al ser refinado, pero tú eres todavía más refinada.
Donde la bolsa de papel se moja y rompe, tu aguantas estoica las inclemencias meteorológicas, y sin embargo, el calor es el peor de tus aliados. Oh, bolsa de plástico.
Eres tan manejable que basta con retorcerte lo justo para que quepas dentro de mi bolsillo, y ahí, tu firme competidora, la bolsa de tela o la bolsa del Mercadona, sea cual se su material, no tiene nada que hacer. Oh, bolsa de plástico.
Contigo se pueden hacer apaños que la bolsa de papel o la de tela ni siquiera soñarían.
Contigo se puede hacer un improvisado chubasquero.
Puedo confiar en tí para guardar cosas en tu interior, y sé que tardarás en estropearte, no como la bolsa de papel, y sé que no estaré desaprovechando una bolsa, no como con la bolsa de tela.
Y sin embargo, esa gente hipócrita con alma ecologista pretende, y ha conseguido, que tenga que pagar por tus servicios, como si fueras una ramera cualquiera.
A tí, bolsa de plástico.
Nunca te olvidaré
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