dimecres, 22 de febrer del 2012

Nunca llueve a gusto de todos

Desde que de la Federación Española de Fútbol tuviese que decidir la sede del torneo de Copa de Su Majestad el Rey, han surgido varias opciones. Una de las que más sonó tanto por su capacidad como por su situación era Madrid. En primera opción sonó el estadio del Real Madrid, el Santiago Bernabéu, porque es el de mayor capacidad de España... a excepción del Camp Nou.

Los hosteleros y, tenderos en general, ya se estaban frotando las manos, porque tener unas 85.000 personas por los Madriles es mucha pasta, y podrían, cuanto menos, aligerar la economía de la ciudad más endeudada de España. Cómo no, Esperanza Aguirre y Ana Botella también estaban a la expectativa, esperando sanear la economía, y probablemente sacar algo de tajada, como todo político español que se precie. Pero Florentino dijo que no. Juntaletras variados quieren hacernos creer que era soberanía del club, del socio, pero se ve a la legua que es cosa de Florentino, experto en esconder de todo debajo de la alfombra.

Entonces se habló del Vicente Calderón, con casi 55.000 butacas. Que no son las 85.000 pero también son gente, pero por esas fechas, concretamente el 20 de Mayo, toca Coldplay en el estadio, y no es plan de decirle al grupo que no venga. Así que se descartó Madrid, porque entonces ya nos íbamos a Vallecas o Getafe, con 15.000 y 18.000 butacas respectivamente, pero no es ni de lejos la capacidad que busca la FEF.

Óbviamente, a la Espe y a Ana Botella se les debía quedar cara de tontas, porque con casi toda probabilidad la final no se jugará en Madrid. Yo si fuese ellas ésta me la apuntaba porque ya que le das ciertas ventajas económicas y fiscales, llamémosles pelotazos, comprándoles terrenos de pésimo valor por una pasta gansa y ofreciéndoles terrenos recalificados, lo mínimo que puede hacer el club es tragarse un poco el orgullo por el bien de la ciudad que los acoje.

Así que en cuanto a capacidad queda como opción el estadio de Mestalla, en Valencia, con una capacidad para 55.000 espectadores. Lógicamente, los hosteleros y tenderos valencianos en general deben estar frotándose las manos cual golosina delante de sus ojos, y dando las gracias a Florentino, por, presuntamente, hacer caso de su afición, y quedar como el presidente-héroe que es.

Veremos en qué queda todo esto.

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